lunes, 16 de mayo de 2022

 Algunas de las acciones con las que podemos apoyar.

¿Qué podemos hacer ante la desaparición de una persona?
1. Llamar a los números de emergencia. Es importante decir el nombre completo, o los datos que tengamos en ese momento, como las características físicas o señas particulares, así como el domicilio de donde se da la desaparición, o en su defecto, del último lugar donde se le vio o dijo que se encontraba.
3. Elaborar un cartel con fotografía y señas particulares, de preferencia que contenga la fecha de desaparición, el estado en donde sucedió, y los teléfonos de las instituciones encargadas o de emergencias. Es importante no poner teléfonos particulares. Le puedes pedir a las autoridades que lo realicen.
4. Enviar el cartel a algún medio de comunicación y pedirle compartir con otros medios. (Casi en todos los lugares, los medios trabajan en red).
5. Si tenemos acceso al domicilio, y las autoridades no responden, o no lo hacen de forma inmediata, tomar fotografías de todo, incluso de la basura cuidando no tocar nada. Asimismo, si conoces su guardarropa y no tenemos conocimiento de la ropa que llevaba puesta al momento de la desaparición, es importante verificar qué prendas puedan faltar, ya que es probable que eso lleve puesto. Es necesario resguardar el lugar.
6. Si tenemos el dato del último lugar donde se le vio, hacer un recorrido buscando cámaras de seguridad de establecimientos privados y de instituciones públicas. Nosotras como ciudadanas, podemos pedir el apoyo de las grabaciones a las espacios privados; es importante hacerlo dentro de las primeras horas.
7. Hacer mapeo de rutas por las que tuvo que haber transitado.
8. Buscar a los colectivos de búsqueda, organizaciones del Estado o grupos de feministas para ser acompañadas.
9. Solicitar a la Fiscalía la georeferencia de las llamadas y los mensajes. Si tenemos acceso a sus redes sociales, activar el modo de "ubicación" del celular desde Google, y también pedir a las autoridades que lo realicen.
10. Buscar involucrar a todas las autoridades de la localidad, como son la Comisión Estatal de Búsqueda, Fiscalía, policías estatales y municipales, Cruz Roja, Protección Civil, Locatel, etc.
11. Hacer recorrido en hospitales y centros de detención. Es importante activar redes de apoyo para que se hagan las acciones de manera paralela, o exigir a las autoridades que lo hagan: es su responsabilidad.
12. No es necesario ser familiar directo; si se presume que la persona puede ser víctima de un delito, cualquier persona puede iniciar la denuncia ante la autoridad.
Los minutos son muy valiosos para la localización, en ningún Estado de la República nos pueden pedir esperar 12, 24 o 48 hrs para hacer el reporte, debe ser inmediato.

martes, 29 de marzo de 2022

 

Albergue de las mujeres que vuelan

Soy acompañante. A lo largo de estos años me he dado cuenta de que soy acompañante de familiares, de mujeres y niñas que fueron víctimas de violencias, y que también soy acompañante de especialistas que van a lo largo del país compartiendo con otras sus experticias; a todas les agradezco por permitirme caminar, cuando es posible, con ustedes. 

Desde ese andar de acompañamiento, llegué a un espacio lleno de los colores que quiero para mi casa, lleno de flores y árboles y del canto de pájaros por las mañanas, con decenas de abejas reposando en las flores moradas.  Mi llegar a ese lugar, al que llamaré El Albergue de las mujeres que vuelan, pensando en aquel libro de Marcela Serrano: El albergue de las mujeres tristes, pero mirando que para ellas este lugar es la isla que algunas veces necesitamos para descansar/ para olvidarnos… y no el destino. 

Cada cierto tiempo, una compañera cargaba sus saberes en maletas y viajaba dispuesta a compartirlo con las mujeres que vuelan, y todas aprendimos algo nuevo y disfrutamos de saber lo fuertes que podemos ser y toda la creatividad que albergamos. Entonces ya todas nos saludábamos con familiaridad, las niñas y los niños corrían para saber si tendría algún dulce que pudiera darles a escondidas (nunca lo hice), de pronto podíamos olvidar que estábamos en ese lugar, o al menos olvidar las razones que llevaron a que existan estos espacios. 

Sin embargo, no siempre podía ser igual, todas estábamos en un proceso de aprendizaje y son tantas vivencias, tantas charlas, narraciones, sonrisas y miradas las que allí se comparten, y de tal impacto, que quisiera tener la capacidad de compartir con ustedes que hoy me leen, pero la realidad es que son herramientas que aún no logró adquirir, y que difícilmente con palabras podré compartirles dignamente todo lo que guardan mis memorias.  

Ese día, como cualquier otro en que se imparte un taller, la especialista estuvo acomodando su mesa de trabajo improvisada, pues la sala de capacitación era al mismo tiempo el comedor y la estancia para niñas y niños, y también era el paso para el baño, la cocina y el patio; todo estaba preparado, y la compañera inició su presentación compartiendo el objetivo, su propuesta de trabajo y los temas que abordaría. Entonces, durante su ejercicio para invitar al diálogo y la escucha, lanzó la siguiente  pregunta: ¿Cuál es su expectativa de estar aquí?, (ella realmente se refería a estar en su taller; quería que compartieran sus necesidades sobre la posibilidad de adquirir nuevas herramientas); la primera respuesta de una de las compañeras nos dejó en un silencio colectivo, pues fueron segundos en que vivimos una sensación de miedo recorría nuestra cuerpa; nos miramos sin poder mirarnos, incluso las que ya llevaban más tiempo en ese lugar sintieron eso que les aterrizó a una realidad que habíamos logrado engañar un poco con las risas previas al taller y a la memoria. Ella, la recién llegada, dijo: ¡Quiero vivir, y que mis hijas vivan! Si no me escapaba, nos mataría. 

Una tarde cualquiera en el Albergue.

CM: Mariana, estoy preocupada, ya tenemos un mes aquí y dejé a mi gato en la casa, le puse muchas croquetas y agua, ¿crees que todavía tengan? 

Mariana: Los gatos son muy inteligentes, él sabrá buscar su comida, son muy muy hábiles. Yo tengo muchos michis…

Después de ese diálogo busqué hablar con las encargadas y comentarles la situación, pero me indicaron que no había condiciones de regresar a la casa de CM; tuvieron que sacarlas las personas de la fiscalía, ya que estaban en alto riesgo no solo por su agresor.

Lucía: Me gusta estar aquí, aquí me puedo bañar sin tener que cuidarme. (Durante una charla en un jardín.)

Carmen: Me siento fuerte, nunca pensé que yo pudiera hacer algo tan hermoso. (Esto después de terminar una libreta, en un taller de encuadernación.)

No siempre tuvimos la respuesta ni las palabras adecuadas; hay un ambiente de dolor y esperanza en un mismo espacio, aquel de paredes blancas con un jardín lleno de colibríes. Justo ese lugar que las niñas y los niños siempre recordarán porque llegaron para poder seguir viviendo y seguir viendo vivas a sus madres.

En una de las paredes está pintado un árbol lleno de mariposas y manitas; las mariposas son ellas, niñas y madres. Son hermosas mariposas volando, llenas de colores; ellas las dibujan y les escriben su nombre al salir del refugio como parte de su ritual de despedida.

Las que se quedan se van platicando sobre quién era esa manita, y esa patita, y lo mucho que ellas lograron. 

Quizá nos volveremos a ver, al menos todas lo prometimos, y espero que sea para reír juntas de todo lo vivido y para contarnos nuestros nuevos planes; de no ser así, y que el volver a vernos sea porque la violencia vuelva a la vida de alguna, espero que siempre puedan regresar y nunca olvidemos que somos red.  Al despedirme de ellas, hicieron dos filas y me pidieron pasar por el medio de éstas; ellas tenían en sus manos flores moradas y cantaban la canción "Sin miedo" de Vivir Quintana, ¿la conocen?

"Que tiemble el Estado, los cielos, las calles

Que tiemblen los jueces y los judiciales

Hoy a las mujeres nos quitan la calma

Nos sembraron miedo, nos crecieron alas…"

Terminamos ese día cantando los nombres de todas las presentes y diciendo "¡Vivas nos queremos!".

Escribo esto para que nunca se me olvide que estuve sentada dialogando con mujeres enormes, poderosas, que sonríen y abrazan la vida. El albergue de las mujeres que vuelan. Así lo pienso, y así lo recordaré. 

Gracias a todas las compañeras que hacen posible la existencia de los albergues, refugios, casas de medio camino y de transición.

Mariana Àvila Montejano

sábado, 26 de marzo de 2022

 ¡Quedarnos!

Es el centro del país; un lugar cálido, lleno de personas que anhelan con el sueño americano para luego regresar a su tierra para descansar en la vejez. 

19 de septiembre 2021 

Llegamos al estacionamiento de un supermercado ubicado en una de las avenidas grandes de esa ciudad llamada Teocaltiche, Jalisco. En ese lugar ya esperaban un grupo de jóvenes; ellas y ellos acomodaban carteles y fotografías de personas a quienes otras personas buscan. Acomodan pacientemente los materiales como para no volver a dañarles de ninguna forma  ni los rostros,  de alguna de las más de 90 mil personas que fueron desaparecidas en nuestro país. Nos acercamos a ese grupo de personas que buscan a sus familiares,  poco a poco empezamos a dialogar sobre lo que sucede ahora en su ciudad, y nos compartieron que antes no era algo que vivieran/sufrieran; había mucho que contar y era necesario decirlo para no ahogarse/nos. Algunas de las personas que estábamos en  ese espacio nos atropellábamos la palabra, lo repito, era tanto que contar y tanto que compartir, era decirles que nos duele lo que están viviendo, y que justo en otros espacios todo está terrible también. Ellas y ellos nos decían que el lugar donde crecieron, era un espacio que podía describirse como seguro en el pasado; donde llegaban a visitar a sus familiares, y que nunca ha sido importante para ninguna autoridad, pues no les generaba grandes riquezas, donde no tenían la mejor universidad, y tampoco tenían la peor inseguridad. Era un lugar común con gente común (con todo lo que puede implicar esta palabra), pero ahora todo es diferente. 

Yo que soy de fechas o temporalidades, me atreveré a mencionar el día 19 de noviembre, pues según lo que entendí,  todo inició con una balacera ese día en la cabecera del municipio, justo en el lugar donde nos encontrábamos: un estacionamiento de un supermercado. Quizás inició todo antes y eso fue solamente lo visible; quizá la amenaza en las comunidades tenía años acechando. 

Los medios nacionales hablan de enfrentamientos entre dos grupos delincuenciales por lo menos en siete comunidades de Teocaltiche, de las cuales, al menos dos se quedaron sin habitantes después de incendios de autos, sacrificio de ganado a manera de mensaje de horror, mutilaciones, desapariciones, balaceras, y amenazas por parte de al menos dos grupos involucrados.  

Son más de 300 personas desplazadas; tuvieron que dejar sus casas, sus tierras, su ganado, su vida. Alguien más decía que algunas familias no tuvieron opción pues no había a dónde ir, y se decía  para sí y para las personas presentes “...no sabemos qué van a comer, en su mayoría son personas adultas mayores que necesitan atención.” También alguien dice de pronto: “...algunos pudieron enviar a sus hijos varones jóvenes a los Estados Unidos para que no fueran reclutados.” Nadie de los presentes dice ni pregunta quién les recluta ni para qué, todas  las personas presentes asumimos que se trata de algún cartel y los quieren para asesinar y desaparecer a otros jóvenes, o para que sean sus vendedores. Al final implica destruirles la vida. De pronto se escucha a alguien decir que algunas familias vienen huyendo después de caminar durante horas por una terracería para pedir ayuda a los templos, a los medios , a las y los maestros, es decir, a aquellas personas que se piensa puedan tener más opciones para ayudarles a salvarse. 

La realidad es que ninguna persona busca, en primera instancia, a la policía. Si es que se puede hablar de la existencia de la policía, donde la autoridad policial municipal  se encuentra involucrada en al menos 26 desapariciones forzadas, según declaraciones en el 2020 del fiscal de Jalisco, Gerardo Octavio Solís Gómez.
Mientras todo esto se narra frente a mí y mis compañeras, pienso en las mujeres, y entonces me atrevo a preguntar se hace  un silencio prolongado y alguien responde “...a ellas las desaparecen invitándolas a trabajar, o llegan  carros y se las llevan.” Entonces, otra de las personas presentes menciona que las mujeres la están pasando muy mal, pues las familias reunieron sus recursos para que los varones pudieran huir, pero ellas se quedan sin casa, sin tierra, sin sustento, sin pareja, pero con la responsabilidad de las y los hijos, en un espacio de violencia. Es una situación que profundiza su vulnerabilidad y su precarización. Una de las personas que organizaban la manifestación? menciona”...muchas de ellas ni siquiera podían estudiar, no podían salir y hoy están fuera de sus casas, desplazadas, sin herramientas, con miedo y con el cuidado de sus hijas/os.”  Justo en este contexto muchas  de las  mujeres  que se quedan, las que hoy marchan, las que se resisten sin tener donde otra opción que quedarse.

La marcha

Iniciamos la marcha. Poco a poco hicieron presencia los comandantes de la policía estatal; llegaron y se presentaron, sin embargo, fue evidente que nadie podía dialogar con ellos sin sentir que estaban inseguras/os con su presencia. Es decir que en realidad algunas de las personas presentes se vieron en riesgo por la presencia de la policía.

Salimos pasada media hora a las 10 am: Fue la primera marcha por desaparición en Teocaltiche; era una realidad que nunca pensaron transitar, algo que  veían en noticias que solo sucedía en la  CdMx, o el sur del país. Sin embargo, hoy caminaban con la fotografía de algún familiar: su hijo, su hija, su padre, su esposo. Eran rostros de la comunidad rostros conocidos  que hoy aparecen en carteles de búsqueda. El recorrido fue por las calles principales, donde decenas de personas observaban a las familias marchar; casi todas las personas adultas expresaban su solidaridad, todas las personas guardaban silencio como por respeto, algunas cuchicheaban al reconocer en el cartel  a una persona conocida pero ninguno se unía; ninguna de las personas pudo sumarse, sus cuerpos se inmovilizaban. Hoy pienso que es su forma de protegerse, que se trata de su manera de no asumirse desaparecibles, y así poder salir al siguiente día a su trabajo, o a su escuela,  y poder continuar con sus vidas. Caminamos a ratos con consignas y otros momentos en silencio. Caminamos hasta llegar a la plaza donde se ostentan las instituciones al poder “formal, legal” en nuestro país, el palacio municipal con sus puertas cerradas, un jardín con kiosko  (espacios que más tarde servirían de muro de la memoria), y claro, como en todas las ciudades, la catedral en la misma manzana. Debo decir que, en un gesto ingenuo, yo pensé que las campanadas que se escuchaban al arribar a la plaza principal eran un gesto de solidaridad con las familias. Más tarde me explicaron que fue coincidencia, en realidad anunciaban la misa del mediodía un llamado indiferente que hoy duele en este país. 

El despojo

Fuimos casi 20 minutos por terracería. Lo primero que encontramos fue una escuela que yo asumiría que dejó de funcionar ante el desplazamiento, y ante la nula intervención de las autoridades. Después vienen casas y más casas, todas clausuradas de su entrada, algunas con cadenas, otras apenas con mecates; las calles sólo habitadas por los perros, las tiendas cerradas, ningún sonido fuera del que nosotras y las camionetas generábamos. En la plaza un niño pequeño estaba sentado en el suelo junto a un par de ancianos, y en otra esquina del lugar había dos varones. Hoy sabemos que son parte de las pocas familias que decidieron no dejar sus tierras ni sus casas por ser lo único que tienen. Nosotras nos fuimos. 

El dolor de la ausencia y el dolor de las personas que se quedan, es algo que con nada puedo describir; es algo que nos obliga a rascar en la memoria, a recorrer las otras geografías para saber si encontramos alguna alternativa para poderles compartir. Lo que encontramos fue desesperanzador para una comunidad fracturada y desaparecida, pues las opciones apuntan a la organización social al margen de la autoridad. Pero, ¿Qué haces cuando destrozaron tu comunidad?, ¿Cómo la reconstruyes, y cómo la recuperas?
Les dejamos solas y solos. Las opciones institucionales han representado dolor, saqueo, violaciones sexuales, matanzas, violaciones graves a derechos humanos, ahora también por los militares, por  los cuerpos armados, y por las  instituciones. Recordemos las recomendaciones contra la militarización hacia el estado Mexicano; tenemos antecedentes por lo menos desde 1999. 

¿Qué hacer?
¿Cómo recuperar la paz y la justicia?
¿Cómo localizar a las y los jóvenes que fueron desaparecidas/os?
¿Cómo evitar seguir siendo desplazadas/os? cómo recuperar, cómo localizar a las jóvenes o los jóvenes que fueron desaparecidos, cómo no seguir siendo desplazadas/os?

Es tanto el horror que se puede focalizar en un lugar que la opción es irse y despedirse de toda su historia. 
El despojo que produce la  violencia es irreparable.

 

Ana y el antídoto

Por: Mariana Ávila Montejano

Ana no entendía por qué dejaron de reír juntas, ni por qué sus largas caminatas de regreso de la escuela cambiaron por un aburrido autobús con su tía Martha. Ella pensaba que poco a poco su mamá se estaba apagando. Imaginaba un cuento de hadas en las que éstas se empezaban a quedar sin luz porque la gente no creía en la magia.

Un día llegaron por su madre. Recuerda que la subieron a una camioneta blanca, tenía la cabeza cubierta por unos trapos color morado, y ya no pudo verla. Alguien le explicó que una cosa horrible se había metido en el pecho de su madre. Ella pensaba que quizás era la tristeza: escuchaba llorar a su madre por las noches, abrazada a su tía Martha.

Recuerda que en las películas de hadas siempre encontraban un antídoto, y ella estaba dispuesta a realizar todo lo necesario para sacar esa cosa horrible del pecho de su madre.

Una mañana, Ana escuchó en las noticias que un grupo de científicas mexicanas había encontrado un antídoto que lograba inhibir las células cancerígenas en una de sus pruebas. En ese momento vino a su mente que las adultas de su casa hablaban de aquello como causa de la tristeza de su madre; la sorpresa fue que el antídoto venía de un alacrán, y entonces Ana recordó que en casa de su tía Martha había alacranes. Estaba feliz. Tuvo que planear cómo podía conseguir el antídoto para salvar a su madre.

Esa semana, después de escuchar la noticia, Ana insistió en quedarse a dormir en el lugar de la tía Martha. Se le notaba ansiosa, al final aceptaron por todo lo que estaba pasando.

Ana estuvo esperando a que oscureciera para poder salir al patio y agarrar alacranes sin que la regañaran, pues siempre le decían que tuviera mucho cuidado con ellos.

Esa noche Ana lo logró: consiguió atrapar al portador del antídoto para salvar a su madre. La pequeña, con sus cinco años, se fue a su cama con el alacrán entre sus manos, ella sentía dolor y poco a poco le fue más difícil respirar, pero no quería que nada la separara del bicho. Sólo quería que amaneciera para pedir a las adultas que la llevaran con su mamá y entregarle el antídoto.

lunes, 3 de febrero de 2014

“Es el placer el que puede llevarnos a una vida ética, su impulso básico, empleado a favor de la ética, es más eficiente que todos los preceptos normativos en los que podamos pensar.” Graciela Hierro.

“Adueñarse del placer -dice GH- implica adueñarse del propio cuerpo, y en ese sentido resulta imprescindible para la mujer el tomar por sí misma y para si las decisiones que involucran a su cuerpo.”

jueves, 5 de abril de 2012

Su rostro, en tres cuerpos diferentes, la primera vez sentí tristeza por ella. Debe querer perderse en el bosque y asesinar a las flores; pero después su cara en otro, parecía una pesadilla quizá mi locura estaba totalmente expuesta, sentí el bulto en mi espalda y cuando mire estaba su rostro de nuevo.
El frio corta su piel, ese cuerpo camina solitario. Hace rato que dejo la casa y el pensamiento. En el cofre guarda algo que no veo, y está buscando donde abandonarlo. Quizá sea la razón. Ese cuerpo camina solitario.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

La Muñeca.

Quisiera iniciar con algunas preguntas este texto: ¿El adornar nuestro cuerpo es el enemigo de nuestra dignidad? ¿Quién tiene el poder sobre nuestros cuerpos?
Me gustaría retomar la conocida frase de Simone Beauvior: No se nace mujer: llega una a serlo. Esta frase nos invita a utilizar la retrospectiva, para razonar bajo nuestras herramientas de análisis como es que se llega a ser “mujer”, y deducir que este es un proceso tan estructurado donde intervienen varios actores, es decir: la construcción de la sujeto mujer pasa por varias etapas en donde la participación de los entes sociales juega un papel fundamental, pues les da conciencia, voz, voto e incluso autoridad para codificar el destino de las mujeres.
Entendamos el entorno, para reconocer que las estructuras están formadas por sujetos como el padre, la madre, el hermano, la hermana. Y que estos actores determinan de manera muy importante la construcción del rol social, pues históricamente la familia se encarga de la reproducción de tareas y de la creación de identidad por roles, es decir actividades bien concretas por género.
Dichas actividades marcan el desarrollo de la mujer desde un punto muy diferente al del hombre, con ciertos rituales que la etiquetan como mercancía.
Uno de estos rituales principalmente religiosos pero reproducidos desde la familia es la celebración de los 15 años, el cual es antiquísimo y está cargado de simbología.
Históricamente presenta a la joven con aquellos que estuvieran interesados en contraer nupcias, es decir presentar a las niñas que están listas para ser cortejadas. La creación de “lolitas”, nuevas esposas. Además de posicionar socialmente a la familia, y de permitirle alimentar una boca menos.


Actualmente esta celebración tan esperada por las familias en ningún momento busca modificar estas identidades. Pues tiene como principal simbología, la entrega de la última muñeca, la cual según la costumbre: arroja, obsequia o es sustraída por su padre e intercambiada por una zapatilla o un ramo de flores renunciando a su inocencia y aceptando su nuevo estado adulto. Posteriormente la joven baila con los hombres reunidos en el salón o espacio donde se lleve a cabo la iniciación. Pues por primera vez se le permite ingerir alguna bebida alcohólica, bailar, maquillarse, así como es aplaudido que la cortejen los hombres. La sensualidad de la adolescente busca ser resaltada.

La niña tiene un rompimiento fuerte en esta etapa, al tener que asumirse como mujer a los 15 años. Lo que significa en esta sociedad el “ser mujer”. Lo vulnerable que ahora se encuentra, ahora tiene que cumplir con ciertas características, como el ser ordenada, disciplinada, obediente y no hablar de más. No salir sola a ciertas horas, “darse a respetar”, no vestir de tal manera, pues estás expuesta a las miradas, los gritos, el acoso, la violación…
Este proceso en el que la sociedad deja de verla como una niña, y entonces es permitido verla como un objeto sexual. Oficialmente se convierte en mujercita. Parte básica del devenir mujer. Maquillaje, medias, vestido, zapatillas, adornos, luces, baile, compostura, disciplina, modales, todo un festejo a la construcción de una femineidad que termina por justificar el abuso y la violencia que viven la mujeres. Una construcción que busca mantenerlas subordinadas, dependientes del otro, de todos. Esta imagen de mujer que es productiva ante su lógica patriarcal. Todo un protocolo envuelto en aires de una religiosidad que oprime, jode y determina. .


Mariana Ávila Montejano.
SIN DON



LA CUEVA.

Cuando tengo la terrible
necesidad de marcharme
Busco una guarida.

La esperanza en mis pies
Está enferma de miedo!

Perdiéndome en las calles
busco olvidar el nombre
de la cara alargada de mis pesadillas.

Cuerpo dañado.

Estoy cansada de guardarme en maletas.
Refugiar al llanto.
Llevar los recuerdos de un lugar a otro.

Me vulneran los golpes,
la impunidad me rabia
el eco es nada.

Guarida: brisa de mi cuerpo sin miedo,
pequeño espacio
donde mirar de frente al otro y no huir.


Mariana Ávila Montejano.

Hasta olvidarte...

¡Estoy a punto de dejarte!
Tengo ganas de salir
y de caminar hasta olvidarte.

Ya no quiero ser la Mariana
de tu boca, de tus noches...
Quiero ser la gente que camina
quiero ser olvido y vodka.

Ni tengo, ni doy
ni busco, ni llega
sólo quiero salir
y caminar hasta olvidarte.

viernes, 30 de julio de 2010

Para mi Pelon...

Es un mal sueño largo,
una tonta película de espanto,
un túnel que no acaba
lleno de piedras y de charcos.
¡Qué tiempo éste, maldito,
que revuelve las horas y los años,
el sueño y la conciencia,
el ojo abierto y el morir despacio!


Recién parido en el lecho de la muerte,
criatura de la paz, inmóvil, tierno,
recién niño del sol de rostro negro,
arrullado en la cuna del silencio,
mamando obscuridad, boca vacía,
ojo apagado, corazón desierto.

Pulmón sin aire, niño mío, viejo,
cielo enterrado y manantial aéreo
voy a volverme un llanto subterráneo
para echarte mis ojos en tu pecho.

De Jaime Sabines.

y mire tus ojitos cerrados...

sábado, 26 de junio de 2010

jueves, 24 de junio de 2010

miércoles, 16 de junio de 2010

Si sabe volar.

Supongo que todo esto cae en casualidad,
nunca preparamos un encuentro.
Pero resulta deliciosamente inquietante la idea de la complicidad.
¡Me encanta infringir las reglas!

Aquí esta: El silencio y la noche.
Mi cuerpo expuesto al clima,
Mi piel lista para una caricia…

Te mueves con delicadeza, sin hacer ruido
hasta llegar a mi cabello
buscando no olvidar mi olor.

Te noto recorriendo mi espacio con tu mirada,
Esperando una roce de mi cuerpo…

Parece realmente onírico todo esto.
¿Cómo podría entregarme así?
Soy una inmoral: ¡Soy libre!


Sin don.-
Mariana Ávila Montejano.